Cinco claves para entender por qué Sánchez puede volver a ganar
Su éxito de victoria pasa por proyectarse como garante de la democracia frente al autoritarismo y aprovechar la fragmentación de la derecha en un sistema tripolar
Pedro Sánchez es un político que ha sobrevivido donde otros han caído. En el tablero español, marcado por la polarización, la fragmentación y la volatilidad, su figura se ha consolidado como la de un líder con una capacidad de resistencia singular. Hoy, cuando parecía que el ciclo político jugaba en su contra, emergen cinco claves que ayudan a entender por qué el actual presidente del Gobierno puede volver a conquistar la victoria electoral.
1. Democracia y derechos humanos frente al autoritarismo
La clave está en que Sánchez sea identificado como el líder que encarna la defensa de la democracia y los derechos humanos. En un escenario en el que Vox crece y el PP se mimetiza con la ultraderecha, el actual presidente del Gobierno debe aparecer como el muro que frena cualquier deriva autoritaria para lograr el éxito electoral. Ese papel no se limita al ámbito nacional. El posicionamiento frente al genocidio en Gaza y la defensa del derecho internacional refuerzan la imagen de un liderazgo que protege los valores democráticos también en la esfera internacional.
La disputa política deja así de ser un simple enfrentamiento entre izquierda y derecha, para convertirse en un choque entre democracia y autoritarismo, donde el Gobierno de coalición progresista, con Sánchez al frente, puede consolidarse ante el electorado como quien garantiza derechos, libertades y estabilidad institucional. Además, este marco conecta con una nueva generación que se está politizando en las protestas propalestinas, incorporando la defensa de los derechos humanos como parte central de su identidad política.
2. Vox hará tambalearse al PP
Las encuestas en España empiezan a reflejar una tendencia que en otros países ya se ha materializado en las urnas: la ultraderecha no solo condiciona a los partidos conservadores, sino que puede llegar a sustituirlos como fuerza dominante. En Francia o Italia, esa sustitución ya se confirmó electoralmente, mientras que en Reino Unido o Portugal avanza con fuerza. En España, el último sondeo de Opina360 sitúa al PSOE por delante del PP, y la encuesta de 40dB de septiembre revelaba que Vox y populares están igualados en intención directa de voto. Con Vox amenazando con alcanzar el 20%, el PP se expone a una caída de varios puntos que haría tambalearse el liderazgo, ya débil, de Alberto Núñez Feijóo.
Aproximarse a la expectativa de un sorpasso de Vox al PP convertiría al PSOE en la única opción de estabilidad frente a una derecha dividida, atrapada en su crisis de identidad y sin capacidad de una coalición coherente ante el aumento competitivo intrabloque, lo mismo que ocurrió con PSOE y Podemos en 2015. Esta tendencia en las encuestas no solo desordena al PP, sino que refuerza la posición de Sánchez como única garantía de estabilidad democrática frente a una derecha fragmentada y en pugna por el mismo espacio electoral.
3. La España de los tres polos
El sistema de partidos español avanza hacia una configuración tripolar. En la derecha, Vox sigue creciendo y amenaza al PP; en la izquierda, la “italianización” se traduce en dos candidaturas fragmentadas que apenas alcanzan el 5% cada una en los sondeos; y el PSOE se mantiene en equilibrio. A este esquema se suma la presencia estable de los partidos nacionalistas, que completan el mosaico político.
Entre PSOE, PP y Vox se disputará en torno al 75-80% del voto, lo que reduce el margen de maniobra de las fuerzas minoritarias y las deja en un papel subalterno. En este escenario, el objetivo realista para el PSOE no es tanto el 35% que señalan algunos análisis, sino un 33%: la llamada “edad de Cristo”. Esa cifra podría bastar para consolidarse como primera fuerza y, con capacidad de alianzas, volver a asegurarse la gobernabilidad. Además, en un contexto donde la izquierda alternativa queda reducida principalmente a los territorios de las grandes urbes, la apelación al voto útil en el conjunto del Estado será decisiva. El PSOE podrá presentarse como la única opción con capacidad real de frenar a la derecha y garantizar un gobierno progresista.
4. Salir de las variables sociodemográficas
Las categorías clásicas —edad, renta, territorio— siguen siendo importantes, pero ya no bastan para entender ni movilizar al electorado en una sociedad fragmentada y líquida. El reto pasa por ir más allá y construir perfiles basados en valores, actitudes y percepciones del futuro.
Como apuntábamos hace unos meses en este mismo espacio, resulta más útil interpretar el mapa político a través de segmentos como los militantes desencantados, los estabilizadores y los liberales optimistas. El PSOE debe recuperar la confianza de los primeros, que se sienten alejados de la política institucional; consolidar a los segundos, que valoran la cohesión social y el pragmatismo; y seducir a los terceros, jóvenes urbanos que creen en el progreso tecnológico y la diversidad como motores de oportunidad.
Este enfoque permite ampliar el campo de acción y disputar espacios de voto que no se explican por las divisiones tradicionales. Lo fundamental es adaptarse al nuevo mapa de fracturas sociales y articular un discurso capaz de conectar con quienes definen su identidad más por lo que creen y esperan que por quiénes son o dónde viven.
5. Ser el cambio frente a un futuro escrito… que nunca llega
El Partido Popular y Feijóo han tratado de imponer, una y otra vez, la idea de que el cambio de ciclo era inminente. Respaldados por encuestas y amplificados por una maquinaria mediática dispuesta a dar por hecho su derrota, repitieron el mismo guion: Sánchez estaba a punto de caer. Para ello diseñaron operaciones relámpago —desde las protestas fallidas en Plaza de España hasta la formación de un equipo preparado para una legislatura corta— que se saldaron en fracaso. Como suele ocurrir en política, el poder también desgasta a quien no lo tiene.
Casi tres años después, la realidad es la contraria: Sánchez sigue siendo presidente y el supuesto final anunciado nunca llega. Como señala Ángel de la Cruz, “el caballo ganador no despierta un aura de divinidad y admiración. Al contrario, es más probable que despierte resentimiento”. En la política actual, partir como favorito suele ser un mal augurio: el electorado tiende a movilizarse contra quien parece tener la victoria asegurada.
La clave para Sánchez es precisamente lo contrario: reapropiarse del relato del cambio. No aparecer como el caballo ganador que genera rechazo, sino como la fuerza política que rompe pronósticos, evita la regresión autoritaria y mantiene abierto un futuro que la derecha da por escrito… pero que nunca llega.
Democracia frente a autoritarismo, la fragmentación de la derecha, la España tripolar, las nuevas segmentaciones sociales y la capacidad de reapropiarse del cambio son los ejes sobre los que puede sostenerse una nueva victoria de Sánchez. Y si algo ha demostrado la política española en los últimos años es que lo inevitable nunca llega a cumplirse tal como se anuncia. El futuro está siempre por escribirse.
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