Trump rompe la baraja global (II): El precio de los aranceles
Tras la imposición de aranceles generalizados y las consecuentes represalias internacionales, los índices bursátiles experimentaron caídas históricas, seguidas de repuntes significativos.
El segundo mandato de Donald Trump acaba de ofrecernos una clase magistral —no intencionada— sobre cómo no gestionar una política comercial. En menos de una semana, el gobierno estadounidense ha lanzado una ofensiva arancelaria sin precedentes, ha provocado una caída bursátil mundial y después ha reculado parcialmente en una maniobra presentada como una muestra de su estrategia. Pero más allá de la retórica, el resultado es otro: confusión, incertidumbre, inflación y una creciente desconfianza en la capacidad de EE.UU. para liderar la economía global.
🔍 ¿Qué ha pasado?
Trump anunció la aplicación de un nuevo arancel del 10% sobre casi todos los bienes importados desde más de 75 países —con la excepción inicial de antiguos aliados como Canadá o México—, y un arancel del 125% sobre productos procedentes de China. Esta medida fue defendida como una “estrategia de presión” para renegociar acuerdos comerciales. Sin embargo, la reacción de los mercados fue inmediata: caída de las bolsas, salida de capitales y una fuerte tensión en el mercado de bonos.
En apenas 72 horas, la Casa Blanca anunció una “pausa de 90 días” en los nuevos aranceles (excepto los de China), argumentando que “la situación en el mercado de bonos estaba generando ansiedad”. La corrección fue presentada como un giro calculado, pero el propio Trump reconoció que “la gente se estaba poniendo un poco “nerviosa”.
📉 El verdadero coste de la estrategia
Más allá del rebote temporal en Wall Street, la política arancelaria ha dejado daños tangibles:
Incertidumbre estructural: Empresas grandes y pequeñas no saben si deben ajustar sus precios, su producción o sus cadenas de suministro. El impacto es inmediato para fabricantes, minoristas, agricultores y hospitales.
Aumento de precios: Los aranceles actúan como un impuesto interno. Productos de consumo básico —desde alimentos hasta tecnología— se encarecerán para las familias estadounidenses.
Tensión con aliados: Canadá y México, inicialmente exentos, fueron finalmente incluidos. La Unión Europea activó represalias por más de 21.000 millones de euros, y China impuso nuevos gravámenes del 10 al 15% a productos agrícolas.
Credibilidad internacional deteriorada: No se han logrado concesiones. La narrativa de “victoria negociadora” contrasta con la falta total de resultados concretos.
🇪🇺 La respuesta europea: quirúrgica y simbólica
La UE no solo respondió con contundencia, sino con puntería política. Aprobó represalias por fases, con un objetivo claro: los estados republicanos que constituyen la base electoral de Trump. Soja de Luisiana, carne de Kansas y Nebraska, piezas de automóvil de Michigan, cigarrillos y pastas de Florida, helado de Arizona, batas femeninas de Ohio, mantas eléctricas de Alabama y lavadoras de Wisconsin, entre otros.
El simbolismo es claro: golpear donde más duele políticamente. Y hacerlo con una narrativa elegante. Como señaló la Comisión Europea, su preferencia es “un acuerdo equilibrado y mutuamente beneficioso”, pero la escalada estadounidense ha obligado a responder.
🧩 ¿Había un plan?
Las señales son contradictorias. Voces afines a Trump, como Bill Ackman, pasaron de hablar de “invierno económico nuclear” a calificar el giro como “brillantemente ejecutado”. Otros, como Elon Musk, se enfrentaron públicamente al asesor Peter Navarro, a quien llamó “más tonto que un saco de ladrillos”.
Mientras tanto, teorías conspirativas surgieron para justificar lo injustificable: desde un supuesto “Bretton Woods 2.0” hasta la creencia de que los aranceles son una vía indirecta para eliminar otros aranceles. La realidad: el caos ha sido más performativo que estratégico.
🧠 Una crisis de fe en MAGA
Incluso dentro del movimiento pro-Trump, el desconcierto es palpable. La doctrina de que "Trump nunca se equivoca" empieza a resquebrajarse ante el daño real que la política comercial está causando en los bolsillos de sus propios votantes y donantes. Pero lejos de cuestionar al líder, muchos redirigen las críticas hacia sus asesores o hacia los mercados mismos. El culto a la personalidad sigue intacto, pero la economía no perdona.
🔮 ¿Y ahora qué?
La pausa de 90 días no ofrece certeza, sino la promesa de nuevas sacudidas. Empresas, inversores y gobiernos deben ahora decidir si confiar en un sistema donde las políticas comerciales pueden cambiar de la mañana a la tarde sin previo aviso.
El mercado sigue nervioso. Las bolsas han oscilado violentamente. Las inversiones están congeladas. El consumo se frena. Y la confianza —activo intangible pero decisivo— se erosiona cada día.
🔚 Conclusión
Más que una estrategia, lo que emerge es un patrón: el caos como herramienta de gobierno, el conflicto como lenguaje y la inestabilidad como norma. El coste de esta forma de liderazgo no se mide solo en puntos del Dow Jones, sino en la erosión continua de la confianza pública, dentro y fuera de Estados Unidos.
Bonus: Análisis para El Grand Continent
Mientras el espectro de la guerra reaparece masivamente en la imaginación de la sociedad española, se perfila una clara línea de fractura en España más allá de la división izquierda-derecha: aunque aumenta el apoyo a una defensa común y a una mayor inversión militar, la mayoría no está dispuesta a aceptar una militarización personal forzada.