🇫🇷 Francia al borde de la guillotina: el fin del “momento Bayrou” y el ascenso de la ultraderecha
Nuevo terremoto político en el país galo. Bayrou caerá el 8 de septiembre tras su plan de austeridad, síntoma de un sistema bloqueado. Macron, sin apoyos, queda atrapado
La política francesa vuelve a situarse en una encrucijada. El primer ministro François Bayrou, apenas ocho meses después de asumir el cargo, enfrenta el próximo 8 de septiembre un voto de confianza que parece sentenciado. El desenlace —su caída— no será un episodio aislado, sino el reflejo de un sistema político en crisis crónica que solo gana tiempo. Mientras tanto, un presidente debilitado y una oposición ultraderechista que ha aprendido a capitalizar cada grieta institucional.
Bayrou: la austeridad como suicidio político
Bayrou (tercer jefe de Gobierno en apenas un año) apostó todo a un plan de ajuste presupuestario de 43.800 millones de euros con el que pretendía contener un déficit del 6,1% del PIB y una deuda pública de 3,3 billones de euros. En un país que destina más de 400.000 millones anuales en pensiones, equivalentes al 14% del PIB, el primer ministro lanzó un mensaje provocador: fueron los boomers quienes “hipotecaron” el futuro de Francia, y serán los jóvenes quienes paguen el precio.
Ese diagnóstico, aunque apoyado por tecnócratas y economistas, se convirtió en un suicidio político. La izquierda lo rechazó como un ataque generacional injusto. La ultraderecha lo aprovechó para reforzar su relato contra los “recortes dictados por Bruselas”. Y hasta los aliados centristas se distanciaron. Bayrou queda así como un “muerto político” más en el tablero de Macron: necesario para asumir el coste del ajuste, pero desechable en cuanto los números del Parlamento se volvieron imposibles.
Le Pen y Bardella: una estrategia de desgaste a “fuego lento”
La paradoja francesa es que quien marca hoy la agenda política no puede, en principio, presentarse a elecciones. Marine Le Pen, inhabilitada por una condena de malversación, ha convertido su propia exclusión en motor de movilización. Apenas se conoció la moción de confianza, prometió derribar a Bayrou y forzar una disolución inmediata de la Asamblea Nacional.
Su delfín, Jordan Bardella (29 años) se ha consolidado como el rostro electoral del Reagrupamiento Nacional (RN). Para el RN, el presupuesto no toca “el coste exorbitante de la inmigración ni la factura de la Unión Europea”, y por tanto no merece ningún apoyo.
Más allá de la retórica, la jugada es estratégica: Le Pen no necesita su escaño para seguir influyendo; lo que busca es desgastar a Macron, provocar elecciones anticipadas y consolidar al RN como primera fuerza. El hecho de que incluso Nicolas Sarkozy haya sugerido una disolución muestra hasta qué punto el eje político francés se ha desplazado hacia la derecha.
Macron: sin margen y sin red
El presidente Emmanuel Macron, que en 2022 aún se presentaba como dique frente a la ultraderecha, aparece hoy atrapado en un laberinto. La crisis no es solo la de Bayrou: es la de un sistema semipresidencialista debilitado por un Parlamento fragmentado.
En el Elíseo circulan nombres para reemplazarlo —Sébastien Lecornu, Gérald Darmanin, Éric Lombard—, pero ninguno ofrece una salida real. El problema no es de personas, sino de correlación de fuerzas: incluso con un nuevo primer ministro, la Asamblea seguirá bloqueada.
El trasfondo: la bomba demográfica europea
Más allá de la coyuntura, Francia afronta un dilema estructural que la crisis política apenas enmascara. Su sistema de pensiones, el más costoso de Europa tras Italia, es la punta de lanza de un fenómeno continental: el envejecimiento de la población. En Francia, los mayores de 60 años representan ya una cuarta parte de la población, y serán un tercio en 2040.
El riesgo de financiar el presente y el pasado a costa de generaciones jóvenes choca con una realidad política: los pensionistas concentran votos, riqueza y capacidad de movilización. Bayrou ha osado verbalizar lo que sus predecesores apenas insinuaron. Y ese gesto, aunque históricamente significativo, le cuesta el cargo.
La caída de Bayrou no solo debilita a Macron: amenaza con reabrir un ciclo de inestabilidad en la eurozona. Los mercados ya descuentan la fragilidad francesa; el país ha perdido calificación crediticia y está cerca de pagar más intereses que Italia. Si Francia tropieza, la UE entera se resentirá.
Lo que viene
8 de septiembre: voto de confianza fallido.
10 de septiembre: nuevas protestas contra los recortes.
Escenarios: disolución y elecciones legislativas anticipadas, otro primer ministro “transitorio” o bloqueo prolongado.
La política francesa vuelve a convertirse en espejo de Europa: un sistema presidencialista incapaz de gobernar sin mayorías claras, un debate económico que nadie quiere afrontar y una ultraderecha que, aunque con Le Pen inhabilitada, marca el ritmo del juego. Francia no solo enfrenta un cambio de primer ministro: enfrenta el desgaste terminal de un sistema político incapaz de regenerarse y que ya no logra contener la presión social, económica y generacional.
Muchas gracias por el análisis Eduardo.
En mi opinión, el problema que ha tenido Bayrou es pedir recortes "siempre a los mismos".
Lo que ha capitalizado muy bien la izquierda para argumentar que:
- 211 mil millones de euros se dan de ayudas a empresas sin contrapartidas y sin saber muy bien a dónde va a parar ese dinero (ej: Sanofi vendiendo Doliprane a un fondo americano y haciendo despidos mientras invierte en EEUU)
- El rechazo al impuesto Zucman que para una buena parte de franceses es "lo justo" y lo que se debería hacer, en vez de recortar 2 días festivos.
Lo de Francia no tiene una fácil solución pero lo que me parece claro es que recortar en servicios sociales (educación, salud...etc) no me parece una buena idea teniendo en cuenta el rápido deterioro que están sufriendo.
Por último, si bien el ascenso del RN es preocupante e imparable (de momento) tampoco nos podemos olvidar que los ganadores de las elecciones fue el "Nouveau Front Populaire". Aunque, después se encargaron por sus diferencias internas de destruir la confianza de buena parte del electorado.
Las cosas gordas en Europa empiezan por Francia o Alemania. Macron, a quien erróneamente se le tomó por salvador por ser un tecnócrata, no es más que una víctima más de la caída de un sistema que, si se derrumba en Francia, caerá en el resto de Europa.
Menos tecnocracia y más política (social, pero de la de verdad)